miércoles, 12 de mayo de 2021

Solidaridad con el pueblo de Colombia frente a la represión.

 



La reforma tributaria planteada por el presidente Iván Duque ha sido la chispa que ha convertido el descontento generalizado del pueblo colombiano en protestas masivas por todo el país que, la policía y ejército han intentado sofocar a sangre y fuego.

El trasfondo de este estallido social viene de muy atrás: la influencia del expresidente Uribe, los incumplimientos por parte del gobierno de Duque de los Acuerdos de Paz, justo hace ahora 5 años, el problema de la tierra que dio origen a uno de los conflictos armados de la historia, etc.

Colombia ha captado por fin la atención mediática después de siete jornadas de movilización tras el Paro Nacional del pasado 28 de abril, que han sido brutalmente reprimidas por parte de las fuerzas de “seguridad” del estado. La violencia ha dejado un saldo incierto de más de 31 muertos y 1443 casos de abusos policiales, numerosos de ellos, de índole sexual contra mujeres. Y si bien el detonante ha sido una reforma tributaria injusta, la población colombiana es víctima de una violencia estructural histórica que se ha intensificado durante el Gobierno de Iván Duque. Para su población rural, sus pueblos indígenas, afrocolombianos y campesinos, nunca ha cesado la terrible noche oscura.

1.200 líderes sociales y defensores del territorio y 270 excombatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) han sido asesinados desde la firma de los Acuerdos de Paz en noviembre de 2016. Hay decenas de miles de personas desplazadas por la violencia; (en total más de 7.200.000 desplazados internos), han vuelto las masacres -35 en lo que llevamos de 2021- los atentados con coche bomba, los combates armados en zonas rurales alejadas, pero también en zonas pobladas; se ha intensificado el reclutamiento de jóvenes y menores de edad y las amenazas, los retenes armados y la zozobra son el día a día.

Una guerra que tiene a un pueblo -según datos oficiales hay nueve millones de víctimas- azotado por un conflicto que gira en torno al control territorial y económico de múltiples actividades extractivistas y del negocio que ha caracterizado a Colombia internacionalmente en las últimas décadas: el narcotráfico.

Pese a la imagen de conflicto que el Gobierno colombiano insiste en escenificar en instancias internacionales y que la misma Comunidad Internacional se encargó de sentenciar otorgando el premio Nobel de Paz al expresidente Juan Manuel Santos, – exministro de Defensa del Gobierno de Uribe entre 2006 y 2009, durante la intensificación de los falsos positivos– la situación del país recuerda a los tiempos de la Unión Patriótica, (más de 3500 líderes sociales asesinados, entre ellos dos candidatos a presidente), y a lo más crudo de los años noventa y dos mil, durante el auge del paramilitarismo.

El actual Gobierno, encabezado en apariencia por el ultraconservador Iván Duque –delfín del poderoso Uribe-, afirmó durante su campaña electoral de 2018 que haría «trizas» el Acuerdo de Paz. Un acuerdo que era una política de Estado, no de Gobierno, y cuyo principal beneficiario era el pueblo colombiano.

Manuel Marulanda, campesino fundador de las FARC en 1964, aseguró que «hay que entregarle la tierra al que la necesita y la quiere trabajar, por la vía que nos dejen las oligarquías. Vamos a ver cuál es, si es la vía política o es la otra». Según un informe de OXFAM de 2018, el 1% de los propietarios tiene en sus manos el 81% de la tierra colombiana y un millón de hogares campesinos viven en menos terreno que el que tiene una vaca para pastar. 

El PCE-EPK, se solidariza con la lucha del pueblo colombiano, condena la represión ejercida por los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado sobre un pueblo que solo pide pan, paz y libertad; e insta a la Comunidad Internacional a ejercer presión sobre el gobierno de Iván Duque, especialmente a la Unión Europea, para que envíe cuanto antes una misión de observación internacional que pueda comprobar en el terreno las agresiones, vulneraciones de derechos humanos y violencia desproporcionada que las fuerzas públicas del Gobierno colombiano estan ejerciendo sobre los manifestantes para así tomar las medidas que se crean oportunas, cese la represión y se establezca un verdadero diálogo entre las fuerzas sociales y políticas, y que se cumplan los acuerdos de paz, que implicarían: Reforma rural integral, participación política: apertura democrática para construir la paz, fin del conflicto, solución al problema de las drogas ilícitas, acuerdo sobre las víctimas del conflicto, implementación, verificación y refrendación de los acuerdos.

sábado, 1 de mayo de 2021

Maiatzaren Lehena. Alderdi Komunistaren Manifestua: Eskubideak berreskuratzea prekarietatearekin amaitzeko.






 El Primero de Mayo es el día de reivindicación de la lucha de la clase obrera. Nació de la lucha por limitar la jornada laboral diaria a 8 horas, y desde entonces, es el día en el que reivindicamos el orgullo de pertenecer a la clase creadora de riqueza y motor del progreso de la historia. Este año sobran motivos para sentirnos orgullosos de nuestra clase y para luchar por mejorar nuestras vidas.

Ha sido un año durísimo, en el que hemos perdido a seres queridos y en el que hemos sufrido la enfermedad; un año tras el que acumulamos cansancio y dificultades, por el largo confinamiento y la incertidumbre ante la difícil situación económica, el paro y la precariedad.

En estos momentos tan difíciles, ha sido la clase obrera quien ha garantizado la salud y el cuidado de toda la sociedad, visibilizando especialmente a los sectores esenciales, que son quienes más sufren la precariedad, en su mayoría, mujeres e inmigrantes.

Por el contrario, hemos visto cómo los grandes capitalistas han puesto sus beneficios por encima de la salud, especulando con las vacunas y con bienes de primera necesidad, o a empresarios irresponsables obligando a trabajar sin cumplir las medidas sanitarias. A la derecha y a la ultraderecha utilizando la pandemia para hacer caer al Gobierno progresista en el Estado y seguir agitando su odio para intentar dividir y distraer a la clase trabajadora de sus verdaderos problemas. Y los Borbones aprovechando el shock para intentar tapar su escandalosa corrupción.

A pesar de la propaganda, de cientos de bulos y mentiras es evidente que la pandemia nos ha golpeado más duro por la precariedad de los servicios públicos tras años de recortes criminales, especialmente a manos de los gobiernos corruptos del PP, y que sus consecuencias económicas serían hoy más dramáticas sin las medidas impulsadas por Unidas Podemos-IU en el Gobierno de coalición. El escudo social, con todas sus limitaciones, ha servido para que la crisis no recaiga sobre los mismos de siempre.

Hay que mantener el escudo social en tanto dure la pandemia, pero lo que toca ahora es recuperar derechos para acabar con la precariedad. Y para ello hay dos claves: cumplir el programa de Gobierno de coalición y poner los fondos europeos para la reconstrucción al servicio de la mayoría social para hacer realidad estos objetivos:

  • Derogar las reformas laborales y seguir subiendo el SMI para que haya trabajo digno.
  • Reforzar todos los servicios públicos, empezando por la sanidad y la educación.
  • Aprobar una ley que garantice el derecho a la vivienda y regule los precios del alquiler.
  • Derogar la reforma de las pensiones, mejorar y asegurar su carácter público.
  • Derogar la ley mordaza para asegurar las libertades democráticas.
  • Reindustrializar el país, reforzar el sector público, la investigación, desarrollo y apostar por una economía verde, como garantía de soberanía y empleo de calidad.
  • Ampliar la protección social con un sistema público de
  • Reformar el sistema de impuestos que sea progresivo para repartir la riqueza y avanzar en igualdad.
  • Fomentar la cultura crítica y popular y extender el sistema público de educación para acabar con la ignorancia sobre la que crece el fascismo.

 

Una agenda de transformaciones de la mayoría social a la ofensiva, frente a la minoría de privilegiados. Esta es la agenda del PCE. Llamamos a que sea la del movimiento obrero y popular, y trabajaremos en todos los frentes para que sea la agenda del gobierno de coalición.

 

Además, este Primero de mayo abordamos dos retos inmediatos:

 

Frenar al fascismo el 4 de mayo en la Comunidad de Madrid y echar a quienes han hecho un arma política de la pandemia y castigan a la clase trabajadora desde hace décadas con recortes, privatizaciones y corrupción. ¡Que hable la mayoría!

 

Extender la vacunación para acabar lo antes posible con la pandemia. Llamamos al movimiento por la sanidad pública y a los sindicatos a impulsar y exigir ¡vacunas públicas!

 

En el año del Centenario de nuestra fundación continuaremos luchando. Hoy como hace cien años, estaremos presentes en los centros de trabajo y estudio, en los barrios populares, en las ciudades y en el campo y en el mundo de la cultura, para reforzar los sindicatos y las organizaciones populares, para crear solidaridad y conciencia de clase, en primera línea, al servicio de la clase obrera para salir de la pandemia sin dejar a nadie atrás y seguir construyendo unidad y poder popular rumbo a la III República y el socialismo.

Gora Maiatzaren Lehena!  Gora langileon borroka!